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2209077Guatimozinhttps://www.gandhi.com.mx/36803e1c-12e4-344a-a4e1-e8041fe8a1e8/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/1874605/9970bb70-35d5-43b2-9697-2bc8b0bfb1d6.jpg?v=638342105530000000123123MXNEdiciones LAVPInStock/Ebooks/<p>-¡Cobarde! ¿Estoy yo por ventura en tálamo de flores?</p><p>Asombrado de tanto heroísmo, a la par que indignado profundamente de la crueldad de los implacables ejecutores, que lo contemplaban sin emoción, corrió Cortés a arrancar de sus manos a las ilustres víctimas, y dominando a la feroz muchedumbre con la poderosa energía de su voz:</p><p>-¡Desgraciado de aquel, dijo, que vuelva a demandar tan bárbara prueba! ¡Estos infelices no tienen oro o tienen bastante valor para morir callando!</p><p>Se dispersó el gentío, no sin murmurar, y los mártires fueron restituidos a su prisión en unas andas, ordenando Cortés pasase inmediatamente a visitarlos el más acreditado de los cirujanos de su ejército.</p><p>Cuando se vio Guatimozin en brazos de su esposa, solo pensó en consolarla, y disimulando sus atroces dolores:</p><p>-No es nada, la dijo. Esto pasará pronto, Huitzilopochtli me ha prestado su esfuerzo y no se ha deshonrado tu esposo.</p><p>Por única contestación, la emperatriz, que lo había escuchado con estúpida calma, soltó una carcajada profunda.</p><p>¡¡Estaba loca!!</p><p>Dos horas después sacaban un cadáver de aquella casa. Era el de la linda Otalitza.</p><p>Aquella delicada organización había sucumbido al dolor moral de imaginar el tremendo suplicio, de cuyos positivos tormentos saliera vencedora la constancia de sus hermanos.</p><p>Cortés en tanto daba disposiciones para el reparto de los tesoros, ya que se había perdido la esperanza de aumentarlos, y hacía publicar un bando ordenando a los mejicanos la reedificación de la destruida ciudad.</p>...2076731Guatimozin123123https://www.gandhi.com.mx/36803e1c-12e4-344a-a4e1-e8041fe8a1e8/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/1874605/9970bb70-35d5-43b2-9697-2bc8b0bfb1d6.jpg?v=638342105530000000InStockMXN99999DIEbook20181230002496535_W3siaWQiOiJmOTI3ZGZmZC1hYzIyLTQwOGItYWY3Ny04YjM0OWJjMTliZWEiLCJsaXN0UHJpY2UiOjExMywiZGlzY291bnQiOjAsInNlbGxpbmdQcmljZSI6MTEzLCJpbmNsdWRlc1RheCI6dHJ1ZSwicHJpY2VUeXBlIjoiSXBwIiwiY3VycmVuY3kiOiJNWE4iLCJmcm9tIjoiMjAyNC0xMS0xOFQxMDowMDowMFoiLCJ0byI6IjIwMjQtMTEtMzBUMjM6NTk6NTlaIiwicmVnaW9uIjoiTVgiLCJpc1ByZW9yZGVyIjpmYWxzZX0seyJpZCI6IjY5NzhlYTFmLWE0NDktNGFiZi04NWQwLTU3YjhlNDcyMGE4ZiIsImxpc3RQcmljZSI6MTIwLCJkaXNjb3VudCI6MCwic2VsbGluZ1ByaWNlIjoxMjAsImluY2x1ZGVzVGF4Ijp0cnVlLCJwcmljZVR5cGUiOiJJcHAiLCJjdXJyZW5jeSI6Ik1YTiIsImZyb20iOiIyMDI0LTEyLTAxVDAwOjAwOjAwWiIsInJlZ2lvbiI6Ik1YIiwiaXNQcmVvcmRlciI6ZmFsc2V9XQ==1230002496535_p-¡Cobarde! ¿Estoy yo por ventura en tálamo de flores?/ppAsombrado de tanto heroísmo, a la par que indignado profundamente de la crueldad de los implacables ejecutores, que lo contemplaban sin emoción, corrió Cortés a arrancar de sus manos a las ilustres víctimas, y dominando a la feroz muchedumbre con la poderosa energía de su voz:/pp-¡Desgraciado de aquel, dijo, que vuelva a demandar tan bárbara prueba! ¡Estos infelices no tienen oro o tienen bastante valor para morir callando!/ppSe dispersó el gentío, no sin murmurar, y los mártires fueron restituidos a su prisión en unas andas, ordenando Cortés pasase inmediatamente a visitarlos el más acreditado de los cirujanos de su ejército./ppCuando se vio Guatimozin en brazos de su esposa, solo pensó en consolarla, y disimulando sus atroces dolores:/pp-No es nada, la dijo. Esto pasará pronto, Huitzilopochtli me ha prestado su esfuerzo y no se ha deshonrado tu esposo./ppPor única contestación, la emperatriz, que lo había escuchado con estúpida calma, soltó una carcajada profunda./pp¡¡Estaba loca!!/ppDos horas después sacaban un cadáver de aquella casa. Era el de la linda Otalitza./ppAquella delicada organización había sucumbido al dolor moral de imaginar el tremendo suplicio, de cuyos positivos tormentos saliera vencedora la constancia de sus hermanos./ppCortés en tanto daba disposiciones para el reparto de los tesoros, ya que se había perdido la esperanza de aumentarlos, y hacía publicar un bando ordenando a los mejicanos la reedificación de la destruida ciudad./p(*_*)1230002496535_<p>-¡Cobarde! ¿Estoy yo por ventura en tálamo de flores?</p><p>Asombrado de tanto heroísmo, a la par que indignado profundamente de la crueldad de los implacables ejecutores, que lo contemplaban sin emoción, corrió Cortés a arrancar de sus manos a las ilustres víctimas, y dominando a la feroz muchedumbre con la poderosa energía de su voz:</p><p>-¡Desgraciado de aquel, dijo, que vuelva a demandar tan bárbara prueba! ¡Estos infelices no tienen oro o tienen bastante valor para morir callando!</p><p>Se dispersó el gentío, no sin murmurar, y los mártires fueron restituidos a su prisión en unas andas, ordenando Cortés pasase inmediatamente a visitarlos el más acreditado de los cirujanos de su ejército.</p><p>Cuando se vio Guatimozin en brazos de su esposa, solo pensó en consolarla, y disimulando sus atroces dolores:</p><p>-No es nada, la dijo. Esto pasará pronto, Huitzilopochtli me ha prestado su esfuerzo y no se ha deshonrado tu esposo.</p><p>Por única contestación, la emperatriz, que lo había escuchado con estúpida calma, soltó una carcajada profunda.</p><p>¡¡Estaba loca!!</p><p>Dos horas después sacaban un cadáver de aquella casa. Era el de la linda Otalitza.</p><p>Aquella delicada organización había sucumbido al dolor moral de imaginar el tremendo suplicio, de cuyos positivos tormentos saliera vencedora la constancia de sus hermanos.</p><p>Cortés en tanto daba disposiciones para el reparto de los tesoros, ya que se había perdido la esperanza de aumentarlos, y hacía publicar un bando ordenando a los mejicanos la reedificación de la destruida ciudad.</p>...1230002496535_Ediciones LAVPlibro_electonico_36803e1c-12e4-344a-a4e1-e8041fe8a1e8_1230002496535;1230002496535_1230002496535Gertrudis GómezInglésMéxicohttps://getbook.kobo.com/koboid-prod-public/e6d4a986-e17d-424a-934e-21097ee64868-epub-9b04f024-7481-432e-9d93-8df439148917.epub2018-08-23T00:00:00+00:00Ediciones LAVP