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7477340Ayotzinapa, horas eternashttps://www.gandhi.com.mx/ayotzinapa--horas-eternas-9788419575098/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/7080506/9788419575098.jpg?v=638811129666770000https://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/7080510/9788419575098.jpg?v=638811129669100000405405MXNEduvimInStock/Ebooks/7102113Ayotzinapa, horas eternas405405https://www.gandhi.com.mx/ayotzinapa--horas-eternas-9788419575098/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/7080506/9788419575098.jpg?v=638811129666770000https://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/7080510/9788419575098.jpg?v=638811129669100000InStockMXN99999DIEbook1a Edición20169788419575098_Una crónica de memoria imprescindible para la historia latinoamericana contemporánea.Prólogo de Elena Poniatowska (sirve a modo de anticipo): P. 7 a 9PAULA MÓNACO,UNA NIÑA MITAD COCODRILOEra previsible que Paula Mónaco se apasionara por el caso de Ayotzinapa y sus 43normalistas desaparecidos que ahora todos queremos encontrar. Era previsible porquea lo largo de 37 años ella nunca dejó de pensar en sus padres, ya que la Junta Militarargentina se los llevó cuando sólo tenía 25 días de nacida.Era previsible el fervoroso interés de Paula en el caso no sólo de su desapariciónel 26 de septiembre de 2014 sino el asesinato de tres de sus compañeros, porque tieneque ver con su propia historia.En Ayotzinapa tomó entre sus brazos a la recién nacida Melanny, hija del normalistaIsrael Caballero Sánchez y de Rocío Lorena, ambos de veinte años, y ese solo gesto ladevolvió a su propia historia.A Paula la criaron sus abuelos en medio de una familia numerosa. Sus tías LilianaFelipe y Jesusa Rodríguez, según cuenta esta última, cuando vacacionaban en VillaMaría, en Córdoba, paseaban en las playas de arena fina en el Río Tercero y fingían sercocodrilos dentro del agua que les llegaba al tobillo. La niña lo disfrutaba su alegríasiempre ha sido sonora y luego se perdía entre una ronda de chiquillos de la mismaedad que reían felices y tomaban la vida a manos llenas como si fuera una gran fiesta.Para Jesusa, Paula es, todavía hoy, una niña mitad cocodrilo.Era previsible que Paula Mónaco se indignara con la desaparición de los 43 normalistasalgunos casi de su edad y abrazara a los padres de familia de los ayotziscomo a ella la abrazaron sus abuelos Esther y Gregorio, que tomaron el lugar de suspadres.Era previsible que Paula buscara a los estudiantes vivos, examinara sus fotos, y volvieraa hacerlo sentada al lado de los padres y los hermanos en Ayotzinapa y preguntarauna y otra vez si José Ángel era alto o tenía buen carácter y si Leonel recordaba congusto la Costa Chica. Era previsible que quisiera pasar el Año Nuevo con ellos, llevándolesde comer y repartiéndoles platos de guisado y arroz con una generosidad y unadeterminación muy poco comunes. Tiene que comer, no se deje ir, vamos a encontrarlos.Paula, en Argentina, militó en h.i.j.o.s., y desde muy joven ayudó a los familiares asobrevivir al dolor.Era previsible porque apenas tuvo uso de razón, a la hora en que los adolescentesse encierran sobre sí mismos y se preocupan por el largo de su cabello o por su acné,Paula encontró a otros jóvenes iguales a ella y se integró a h.i.j.o.s., una asociación detodas las víctimas que se propusieron quitarle el sueño a la Junta Militar argentina y asus colaboradores, parapetados tras los muros de sus casas en Buenos Aires, Mendoza,Córdoba, Santa Fe, Salta y otras grandes ciudades de Argentina.En cambio, en México los asesinos siguen libres, y a escasos días de que se cumplaun año de la desaparición de los normalistas, los peritos revelan para nuestro escándaloque las verdades históricas no son lo que nos quieren hacer creer. La Comisión Interamericanade Derechos Humanos determinó que los normalistas no fueron quemadosen el basurero de Cocula. Resulta imposible que se redujeran a cenizas en trece o quincehoras de cremación: se habría producido un incendio imposible de no ver. A esto hayque sumarle la larga lista de errores, omisiones y ocultamiento de evidencias de procuraduríasy policías involucradas en la investigación.Entre todos, los hijos inventaron el escrache, palabra que viene del lunfardo, el hablapopular de los barrios rioplatenses. En Argentina, en Uruguay y en España, muchosactivistas escogieron el escrache para marcar la casa del militar o del funcionario y responsabilizarloante la opinión pública. Desde 1995, h.i.j.o.s. decidió actuar a la vista detodos y marcar con pintura roja el domicilio de quienes habían cometido acciones encontra de hombres y mujeres pensantes, como la joven y bella Esther Felipe y su esposoLuis Mónaco, que el régimen decidió desaparecer, torturar y matar. Así como los militaresejercieron una acción directa y persiguieron y asesinaron a argentinos por susideas políticas, así también los hijos se abocaron a exhibir a los militares ante la opiniónpública. Asesino a dos cuadras, ponían sobre el nombre de la calle.Paula resultó una pieza clave en el grupo de h.i.j.o.s. porque, como lo cuenta Jesusa,ya a los cuatro años sabía todo de la desaparición de sus padres y manejaba el archivomejor que nadie. Cuando el abuelo Gregorio le pedía, por ejemplo, un habeas corpus, sinvacilar un segundo lo encontraba, ante el asombro de todos.Bajo el lema de Si no hay justicia, hay escrache, h.i.j.o.s. se preparó durante mesespara denunciar al torturador en el barrio, seguirlo, conocer su rutina y por fin acusarlo yexponerlo ante la comunidad. Antes del escrache una banda callejera repartía volantesy folletos que advertían que un sujeto indeseable contaminaba el entorno, ya que entreellos vivía un torturador criminal. Lo denunciaban en las casas, en las tienditas cercanas,en los parques públicos. Muchas veces, gracias al escrache el torturador se iba delbarrio.Hasta el día de hoy esta organización horizontal sigue en pie y en gran medida sonellos, los hijos de los desaparecidos y los asesinados, quienes han logrado que se enjuiciea los torturadores. Gracias a h.i.j.o.s., los verdugos hoy purgan sentencias a perpetuidaden cárceles para delincuentes comunes.Que Paula Mónaco decidiera formar su propia familia el día que el responsable de lamuerte de sus padres fuera condenado a prisión perpetua resulta significativo.En la ciudad de México, doña Rosario Ibarra de Piedra, los h.i.j.o.s. y Jesusa Rodríguezadoptaron el escrache y marcaron la puerta de madera de la casa en San JerónimoLídice del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, a quien Raúl Álvarez Garín y Félix HernándezGamundi lograron sentar en el banquillo de los acusados por la masacre del 2de octubre de 1968.¿Qué tienen en común Córdoba, Argentina, y Ayotzinapa, Guerrero? Paula, periodistay luchadora contra la desaparición forzada en nuestro país, se inclinó muy prontohacia la crónica de tragedias como el tifón en Filipinas y el encarcelamiento del profesor Patishtán en Chiapas. ¿Qué tienen que ver los normalistas desaparecidos y heridos enIguala, hijos de campesinos, migrantes, albañiles, vendedores ambulantes, con jóvenesargentinos víctimas de la dictadura militar? ¿Qué sueños comparten? ¿Qué fotografíasde infancia? De Paula Mónaco se podría decir que tiene muchos amigos, que le gustael teatro, que disfruta ir al cine, tomar mate, bailar, que adora a los perros, le encantamanejar su coche, ríe a carcajadas, come milanesas, empanadas y alfajores, y es súperamorosa. Al joven normalista Abel García Hernández le gustaba jugar a las canicas tantocomo Abelardo Vázquez Peniten disfrutó estudiar, hacer la mezcla, acomodar los ladrillosy preparar los castillos de una construcción al lado de su papá albañil. Adán Abrajánde la Cruz es, al igual que Paula, buen bailador, y Alexander Mora Venancio tenía pasiónpor el fútbol. Antonio Santana Maestro gritaba apasionado al ver partidos por televisióny Benjamín Ascencio Bautista hacía reír a todos con sus ocurrencias. BernardoFlores Alcaraz recogía a animales heridos y se las ingeniaba para curarlos, tal comohace Paula en Coyoacán, donde habita feliz. Carlos Iván Ramírez Villareal trabajaba enel campo arreando vacas mientras Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, portero de unequipo de fútbol, disfrutaba bailar los sábados y César Manuel González Hernándezregresaba a casa sin chamarra porque la regalaba y a todos trataba de usted. ChristianAlfonso Rodríguez Telumbre zapateaba canciones tradicionales como El zopilotito oLa iguana y Christian Tomás Colón Garnica, muy aplicado para el estudio, se tapabalos oídos para seguir concentrándose en su lectura. Paula canta los tangos de Julio Sosay la Lunita tucumana al igual que el Nos tienen miedo porque no tenemos miedoy Elotitos tiernos de su tía Liliana Felipe. Cutberto Ortiz Ramos hacía reír a todos yDoriam González Parral se la vivía con un lápiz en la mano. Jorge Luis González Parral,peluquero, un día les cortó el cabello a todos y Everardo Rodríguez Bello a los diezaños estudió música. Paula Mónaco también sabe mucho de música y ha organizadocon maestría los conciertos de su tía Liliana Felipe, la hermana de su madre Esther, envarias ciudades de Argentina. Podríamos seguir así ad infinitum, pero ahora sólo nosqueda presentar este libro de una chava que sabe cuidar a los demás, jugársela con losque menos tienen, indignarse por la injusticia y tener dentro del pecho algo que a todosnos beneficia: un gran corazón.9788419575098_Eduvim9788419575098_9788419575098180.0000x254.0000x14.0000Paula Mónaco FelipeEspañolEspaña2016-12-30T00:00:00+00:00254180.0000254.0000486.000014.0000Eduvim