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Miguel Calderón
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390081CATALOGOhttps://www.gandhi.com.mx/catalogo/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/4067288/9788416282920.jpg?v=638436987724130000480950MXNRMInStock/Libros/Catálogo reúne las imágenes de prostitutas que se distribuían a los clientes selectos de un burdel. Un tío del artista Miguel Calderón se las mostró cuando éste tenía 13 años, con la finalidad de que escogiera una para iniciarse como hombre. Treinta años después, Calderón las recupera y las convierte en parte de una narrativa que, desde un contexto y una época específicos, utiliza para analizar y relatar su despertar sexual. Pero ¿qué pasa cuando un niño llega a su juventud pensando que el sexo tiene un valor monetario y que hacer el amor sin pagar es más bien algo inusual? La pérdida de la virginidad ha sido desde siempre un rito de iniciación al que se han tenido que enfrentar los adolescentes. Durante la década de 1980, en la Ciudad de México, el comienzo de la vida sexual de un niño estaba condicionado en gran medida por la presión social que ejercían sus compañeros de escuela. Permanecer virgen era sinónimo de debilidad y burla, y dejar de serlo se convertía en un asunto de vida o muerte que se resolvía generalmente con la visita a un burdel. Las niñas, compañeras de escuela o vecinas, sólo aumentaban la presión, amenazando que no perderían su virginidad hasta el matrimonio. Ellas mismas eran parte del acuerdo social, en donde estaba implícito que un hombre debía perder su virginidad con una prostituta. Pero los burdeles no son casas de caridad, había que pagar y para ello existían plumas de oro de los abuelos, candelabros, carteras de madres distraídas o colecciones completas de Star Wars.387342CATALOGO480950https://www.gandhi.com.mx/catalogo/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/4067288/9788416282920.jpg?v=638436987724130000InStockMXN10FITapa dura1a Edición20199788416282920_Catálogo reúne las imágenes de prostitutas que se distribuían a los clientes selectos de un burdel. Un tío del artista Miguel Calderón se las mostró cuando éste tenía 13 años, con la finalidad de que escogiera una para iniciarse como hombre. Treinta años después, Calderón las recupera y las convierte en parte de una narrativa que, desde un contexto y una época específicos, utiliza para analizar y relatar su despertar sexual. Pero ¿qué pasa cuando un niño llega a su juventud pensando que el sexo tiene un valor monetario y que hacer el amor sin pagar es más bien algo inusual? La pérdida de la virginidad ha sido desde siempre un rito de iniciación al que se han tenido que enfrentar los adolescentes. Durante la década de 1980, en la Ciudad de México, el comienzo de la vida sexual de un niño estaba condicionado en gran medida por la presión social que ejercían sus compañeros de escuela. Permanecer virgen era sinónimo de debilidad y burla, y dejar de serlo se convertía en un asunto de vida o muerte que se resolvía generalmente con la visita a un burdel. Las niñas, compañeras de escuela o vecinas, sólo aumentaban la presión, amenazando que no perderían su virginidad hasta el matrimonio. Ellas mismas eran parte del acuerdo social, en donde estaba implícito que un hombre debía perder su virginidad con una prostituta. Pero los burdeles no son casas de caridad, había que pagar y para ello existían plumas de oro de los abuelos, candelabros, carteras de madres distraídas o colecciones completas de Star Wars.9788416282920_RM9788416282920_9788416282920Miguel CalderónEspañolEspaña12217.000039.00001.0000RM