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972983El caballero encantado: Cuento real... inverosímilhttps://www.gandhi.com.mx/el-caballero-encantado-cuento-real-inverosi-mil/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/191548/0900b007-82d8-43e4-b792-f9ef73b886f3.jpg?v=6383337526217700009797MXNLibrary of AlexandriaInStock/Ebooks/966626El caballero encantado: Cuento real... inverosímil9797https://www.gandhi.com.mx/el-caballero-encantado-cuento-real-inverosi-mil/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/191548/0900b007-82d8-43e4-b792-f9ef73b886f3.jpg?v=638333752621770000InStockMXN99999DIEbook20259781465669025_W3siaWQiOiJiNDg0OWU0Yy04ZTQ0LTRiMTQtYjY4OC00ZjZlYjQyOThjM2YiLCJsaXN0UHJpY2UiOjEzNSwiZGlzY291bnQiOjEzLCJzZWxsaW5nUHJpY2UiOjEyMiwiaW5jbHVkZXNUYXgiOnRydWUsInByaWNlVHlwZSI6Ildob2xlc2FsZSIsImN1cnJlbmN5IjoiTVhOIiwiZnJvbSI6IjIwMjUtMDktMzBUMTU6MDA6MDBaIiwidG8iOiIyMDI1LTA5LTMwVDIzOjU5OjU5WiIsInJlZ2lvbiI6Ik1YIiwiaXNQcmVvcmRlciI6ZmFsc2V9LHsiaWQiOiJjMTIwMzQxMC0wMjNiLTRhZGEtYWFjNC1mZGIzY2VhNjRjZmYiLCJsaXN0UHJpY2UiOjEzMCwiZGlzY291bnQiOjEzLCJzZWxsaW5nUHJpY2UiOjExNywiaW5jbHVkZXNUYXgiOnRydWUsInByaWNlVHlwZSI6Ildob2xlc2FsZSIsImN1cnJlbmN5IjoiTVhOIiwiZnJvbSI6IjIwMjUtMTAtMDFUMDA6MDA6MDBaIiwicmVnaW9uIjoiTVgiLCJpc1ByZW9yZGVyIjpmYWxzZX1d9781465669025_<p>De la educación, principios y ociosa juventud del caballero. El héroe (por fuerza) de esta fábula verdadera y mentirosa, don Carlos de Tarsis y Suárez de Almondar, Marqués de Mudarra, Conde de Zorita de los Canes, era un señorito muy galán y de hacienda copiosa, criado con mimo y regalo como retoño único de padres opulentos, sometido en su adolescencia verde a la preceptoría de un clérigo maduro, que debía enderezarle la conciencia y henchirle el caletre de conocimientos elementales. Por voces públicas se sabe que quedó huérfano a los veinte años, desgracia lastimosa y rápida, pues padre y madre fallecieron con diferencia tan solo de tres meses, dejándole debajo de la autoridad de un tutor ni muy blando ni muy riguroso; sábese que en este tiempo Carlitos se deshizo del clérigo, despachándole con buen modo, y se dedicó a desaprender las insípidas enseñanzas de su primer maestro, y a llenar con ávidas lecturas los vacíos del cerebro. Lo que se decía del señor Marqués de Torralba de Sisones, padrino y tutor de Carlitos, es como sigue: Aunque el buen señor vivía en continuo metimiento con gente de sotana y hocicaba con el Nuncio y el Marqués de Yébenes, estaba, como quien dice, forrado por dentro de tolerancia y benignidad, virtudes que no eran más que formas de pereza. Por esta razón gastó manga muy ancha con su pupilo, y no le puso ningún reparo para que leyese cuanto le pidieran el cuerpo y el alma, ni para mantener constante trato con muchachos de ideas ardorosas y atropellada condición, despiertos, redichos, incrédulos como demonios. Pero en estas menudencias o chiquilladas no paraba mientes el Marqués tutor, caballero de cortas luces. A su ahijado no exigía más que un cumplimiento exacto de las fórmulas y reglas del honor, la cortesía, el decoro en las apariencias. Nada de escándalos, nada de singularizarse en sitios públicos; evitar en todo caso la nota de cursi; proceder siempre con distinción; divertirse honestamente; al teatro a ver obras morales, cuando las hubiere; a misa los domingos por el que no digan, y por las noches, a casita temprano. Mayor de edad, se halló Carlos de Tarsis entregado a sí mismo, libre, con dinero, que es doble riqueza y libertad doble, ventajas realzadas por la personal belleza y elegancia. Mirando a lo del alma, aparecían en don Carlos las virtudes caballerescas, y además la gracia, el ingenio, el don de simpatía, y por último, se despertó en él furiosamente el ansia de satisfacer todos los goces de la vida, sin poner en ello tasa ni freno.</p>(*_*)9781465669025_<p>De la educación, principios y ociosa juventud del caballero. El héroe (por fuerza) de esta fábula verdadera y mentirosa, don Carlos de Tarsis y Suárez de Almondar, Marqués de Mudarra, Conde de Zorita de los Canes, era un señorito muy galán y de hacienda copiosa, criado con mimo y regalo como retoño único de padres opulentos, sometido en su adolescencia verde a la preceptoría de un clérigo maduro, que debía enderezarle la conciencia y henchirle el caletre de conocimientos elementales. Por voces públicas se sabe que quedó huérfano a los veinte años, desgracia lastimosa y rápida, pues padre y madre fallecieron con diferencia tan solo de tres meses, dejándole debajo de la autoridad de un tutor ni muy blando ni muy riguroso; sábese que en este tiempo Carlitos se deshizo del clérigo, despachándole con buen modo, y se dedicó a desaprender las insípidas enseñanzas de su primer maestro, y a llenar con ávidas lecturas los vacíos del cerebro. Lo que se decía del señor Marqués de Torralba de Sisones, padrino y tutor de Carlitos, es como sigue: Aunque el buen señor vivía en continuo metimiento con gente de sotana y hocicaba con el Nuncio y el Marqués de Yébenes, estaba, como quien dice, forrado por dentro de tolerancia y benignidad, virtudes que no eran más que formas de pereza. Por esta razón gastó manga muy ancha con su pupilo, y no le puso ningún reparo para que leyese cuanto le pidieran el cuerpo y el alma, ni para mantener constante trato con muchachos de ideas ardorosas y atropellada condición, despiertos, redichos, incrédulos como demonios. Pero en estas menudencias o chiquilladas no paraba mientes el Marqués tutor, caballero de cortas luces. A su ahijado no exigía más que un cumplimiento exacto de las fórmulas y reglas del honor, la cortesía, el decoro en las apariencias. Nada de escándalos, nada de singularizarse en sitios públicos; evitar en todo caso la nota de cursi; proceder siempre con distinción; divertirse honestamente; al teatro a ver obras morales, cuando las hubiere; a misa los domingos por el que no digan, y por las noches, a casita temprano. Mayor de edad, se halló Carlos de Tarsis entregado a sí mismo, libre, con dinero, que es doble riqueza y libertad doble, ventajas realzadas por la personal belleza y elegancia. Mirando a lo del alma, aparecían en don Carlos las virtudes caballerescas, y además la gracia, el ingenio, el don de simpatía, y por último, se despertó en él furiosamente el ansia de satisfacer todos los goces de la vida, sin poner en ello tasa ni freno.</p>...9781465669025_Library of Alexandrialibro_electonico_502d77e9-0674-3db2-919d-35d36a4d3ce9_9781465669025;9781465669025_9781465669025Benito PérezEspañolMéxicohttps://getbook.kobo.com/koboid-prod-public/markmoxford-epub-e833da4b-a43f-461a-8f92-bebaa04ec6af.epub2025-09-28T00:00:00+00:00Library of Alexandria