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546777Ensayos completoshttps://www.gandhi.com.mx/ensayos-completos-2/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/1842078/24148a4a-16ba-44c1-ba3b-015c45416cf3.jpg?v=638471525435530000https://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/6938939/9788437631479.jpg?v=638767371662970000MXNCátedraOutOfStock/Libros/Literatura y novelas//Libros/Montaigne es el hijo por excelencia del Renacimiento. Y de su padre, naturalmente, que se empeñó en que la lengua materna de su hijo fuese el latín. De ese modo, el pequeño Michel a los seis años leía las Metamorfosis en su lengua original, y uno después a Virgilio, cuyas Geórgicas admiraría hasta el final. Estudió leyes en Toulouse; fue alcalde de Burdeos como su padre; leyó el Heptamerón y hospedó en su casa a Enrique de Navarra; viajó por Suiza, Italia y Alemania, y dejó un Diario de viaje que vio la luz doscientos años después. Tuvo un amigo, Étienne de la Boétie: su amistad, como la de Niso y Euríalo, como la de Pílades y Orestes, ha pasado a ser figura y paradigma.Los Ensayos es una de esas obras que puede figurar sin reparo en la biblioteca esencial de la humanidad y nos reconcilia con ella. Montaigne -aquel bordelés escéptico, como lo llamó Carpentier- habla con la misma libertad y sensatez del conocimiento, de la razón o de la tortura, que de las dimensiones (discretas) de su pene. No mitifica nada, todo lo mira con un saludable escepticismo y cierta melancólica distancia, pues, dice él, solo los locos están seguros y resolutos; un oportuno distanciamiento que le impedía caer en fáciles idolatrías. Incluso de las letras escribe: Téngolas en gran estima, mas no las adoro. Incluso de la razón -cántaro de doble asa, que se puede agarrar por la derecha y por la izquierda-, sabe añadir que proporciona fundamento para distintas acciones (II,12).546115Ensayos completos722849https://www.gandhi.com.mx/ensayos-completos-2/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/1842078/24148a4a-16ba-44c1-ba3b-015c45416cf3.jpg?v=638471525435530000https://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/6938939/9788437631479.jpg?v=638767371662970000OutOfStockMXN0FITapa blanda1a Edición20139788437631479_Montaigne es el hijo por excelencia del Renacimiento. Y de su padre, naturalmente, que se empeñó en que la lengua materna de su hijo fuese el latín. De ese modo, el pequeño Michel a los seis años leía las Metamorfosis en su lengua original, y uno después a Virgilio, cuyas Geórgicas admiraría hasta el final. Estudió leyes en Toulouse; fue alcalde de Burdeos como su padre; leyó el Heptamerón y hospedó en su casa a Enrique de Navarra; viajó por Suiza, Italia y Alemania, y dejó un Diario de viaje que vio la luz doscientos años después. Tuvo un amigo, Étienne de la Boétie: su amistad, como la de Niso y Euríalo, como la de Pílades y Orestes, ha pasado a ser figura y paradigma.Los Ensayos es una de esas obras que puede figurar sin reparo en la biblioteca esencial de la humanidad y nos reconcilia con ella. Montaigne -aquel bordelés escéptico, como lo llamó Carpentier- habla con la misma libertad y sensatez del conocimiento, de la razón o de la tortura, que de las dimensiones (discretas) de su pene. No mitifica nada, todo lo mira con un saludable escepticismo y cierta melancólica distancia, pues, dice él, solo los locos están seguros y resolutos; un oportuno distanciamiento que le impedía caer en fáciles idolatrías. Incluso de las letras escribe: Téngolas en gran estima, mas no las adoro. Incluso de la razón -cántaro de doble asa, que se puede agarrar por la derecha y por la izquierda-, sabe añadir que proporciona fundamento para distintas acciones (II,12).9788437631479_Cátedra9788437631479_9788437631479145.0000x210.0000x34.0000Michel de MontaigneEspañol2013-05-14T00:00:00+00:001120145.0000210.0000886.000034.0000Cátedra