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4821811LA ISLA DE LOS MALDITOShttps://www.gandhi.com.mx/la-isla-de-los-malditos-1230007510137/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/4393665/image.jpg?v=638458068698070000214214MXNpedro guirao gilInStock/Ebooks/<p>Al sur de Banikoro</p><p>William McCarey, Bill para los amigos, estaba tratando de desenredar el sedal de la caña de pescar, fumándose un puro enorme, al extremo del deteriorado malecón colonial, en la mini isla de Bogango, y fue el primero en ver el avión japonés de bombardeo, volando casi a nivel del agua, surgir por detrás del Tom Faldos Promontory.</p><p>¡Cuernos! barbotó Bill, soltando caña, sedal, puro y alguna intraducible interjección. ¡Los nips!</p><p>En el camuflado bungalow, en el lindero de la jungla, entre palmeras, cocoteros y mangles subtropicales, alguien empezó a gritar y a disparar al aire. Y en el barracón-cocina, Andy Tuscoe, el cocinero indio de Wyoming, con las trenzas seguramente de punto, saltó entre cazuelas y sartenes para hacer sonar la asmática sirena de alarma. No lo consiguió porque alguien había introducido unos calzoncillos en el aparato y el pitido seguía siendo ahogado, jadeante y sordo.</p><p>El avión japonés era un Mitsubishi de bombardeo, que nadie comprendió qué estaba haciendo en aquellas aguas. Pero, evidentemente, llegaba a Bogango con dificultades, puesto que al entrar en la rada perdió la escasa altura que llevaba, rozó las olas, se ladeó de estribor, precisamente donde mostraba el impacto de la artillería naval estadounidense, y fue a incrustar el morro en la playa, estremeciéndose no sin mucha fuerza, para quedar varado, cual gaviota exangüe, a menos de cincuenta metros de donde dormía a pierna suelta, ajeno al mundo y a la eternidad, incluso a la desconocida guerra, el sargento Jack Dolan, quien se recuperaba así de la descomunal borrachera que agarró la víspera.</p>...4584532LA ISLA DE LOS MALDITOS214214https://www.gandhi.com.mx/la-isla-de-los-malditos-1230007510137/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/4393665/image.jpg?v=638458068698070000InStockMXN99999DIEbook20241230007510137_W3siaWQiOiIxMDdhNmU0Ni01N2VjLTQ0OTEtOTAyYi0zMWYxMmMwMDI2YTYiLCJsaXN0UHJpY2UiOjEwNCwiZGlzY291bnQiOjAsInNlbGxpbmdQcmljZSI6MTA0LCJpbmNsdWRlc1RheCI6dHJ1ZSwicHJpY2VUeXBlIjoiSXBwIiwiY3VycmVuY3kiOiJNWE4iLCJmcm9tIjoiMjAyNC0xMS0xN1QxMTowMDowMFoiLCJ0byI6IjIwMjQtMTEtMzBUMjM6NTk6NTlaIiwicmVnaW9uIjoiTVgiLCJpc1ByZW9yZGVyIjpmYWxzZX0seyJpZCI6ImQ4YjYwMjY2LTkxZmMtNGE4Ny1iZmNmLTg4Yjg0NDQwODM5MiIsImxpc3RQcmljZSI6MTA4LCJkaXNjb3VudCI6MCwic2VsbGluZ1ByaWNlIjoxMDgsImluY2x1ZGVzVGF4Ijp0cnVlLCJwcmljZVR5cGUiOiJJcHAiLCJjdXJyZW5jeSI6Ik1YTiIsImZyb20iOiIyMDI0LTEyLTAxVDAwOjAwOjAwWiIsInJlZ2lvbiI6Ik1YIiwiaXNQcmVvcmRlciI6ZmFsc2V9XQ==1230007510137_<p>Al sur de Banikoro</p><p>William McCarey, Bill para los amigos, estaba tratando de desenredar el sedal de la caña de pescar, fumándose un puro enorme, al extremo del deteriorado malecón colonial, en la mini isla de Bogango, y fue el primero en ver el avión japonés de bombardeo, volando casi a nivel del agua, surgir por detrás del Tom Faldos Promontory.</p><p>¡Cuernos! barbotó Bill, soltando caña, sedal, puro y alguna intraducible interjección. ¡Los nips!</p><p>En el camuflado bungalow, en el lindero de la jungla, entre palmeras, cocoteros y mangles subtropicales, alguien empezó a gritar y a disparar al aire. Y en el barracón-cocina, Andy Tuscoe, el cocinero indio de Wyoming, con las trenzas seguramente de punto, saltó entre cazuelas y sartenes para hacer sonar la asmática sirena de alarma. No lo consiguió porque alguien había introducido unos calzoncillos en el aparato y el pitido seguía siendo ahogado, jadeante y sordo.</p><p>El avión japonés era un Mitsubishi de bombardeo, que nadie comprendió qué estaba haciendo en aquellas aguas. Pero, evidentemente, llegaba a Bogango con dificultades, puesto que al entrar en la rada perdió la escasa altura que llevaba, rozó las olas, se ladeó de estribor, precisamente donde mostraba el impacto de la artillería naval estadounidense, y fue a incrustar el morro en la playa, estremeciéndose no sin mucha fuerza, para quedar varado, cual gaviota exangüe, a menos de cincuenta metros de donde dormía a pierna suelta, ajeno al mundo y a la eternidad, incluso a la desconocida guerra, el sargento Jack Dolan, quien se recuperaba así de la descomunal borrachera que agarró la víspera.</p>...1230007510137_pedro guirao gillibro_electonico_1230007510137_1230007510137PETER KAPRAEspañolMéxicohttps://getbook.kobo.com/koboid-prod-public/a45a9e82-d9f4-4270-ba47-40f32555655f-epub-79b946e8-2326-40d9-84b5-44f1e047810a.epub2024-03-11T00:00:00+00:00pedro guirao gil