La palabra chakra en sánscrito, significa rueda y, en uno de sus usos figurados, se refiere a la serie de vórtices semejantes a ruedas que existen en la superficie del doble etéreo del hombre. Son puntos de conexión o enlace por los cuales fluye la energía de uno a otro de los cuerpos que constituyen al ser humano. Aunque ya los Upanishads, los Puranas y la bibliografía sánscrita los describió en su momento –y hasta algún místico europeo hizo lo propio en lejanas épocas–, el auge de su conocimiento se produjo en el siglo XX, cuando personajes notorios como Leadbeater (muy célebre por su propia actuación y por haber descubierto a Krishnamurti) dieron cuenta de exactas descripciones de los chakras, para nada misteriosas ni circunscriptas a supuestos elegidos sino al hombre común, en general. Charles Webster Leadbeater (1854–1934) es uno de los grandes referentes de la Teosofía. Se cree que era poseedor de una gran capacidad de clarividencia que le permitía el acceso a los planos invisibles. Esta habilidad, sumada a sus profundos conocimientos metafísicos, le permitió escribir varios libros en los que describe a las energías sutiles que conforman los diversos cuerpos con los que está constituido el ser humano. Fue uno de los autores más específicos al describir la constitución septenaria del hombre y abordó con brillante minuciosidad la realidad multidimensional en la que vivimos.