product
1440354Pecadores en las manos de un Dios airadohttps://www.gandhi.com.mx/pecadores-en-las-manos-de-un-dios-airado/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/1397746/f225b5c1-29e8-4b99-a917-f1a484333793.jpg?v=638623446053600000125139MXNScriblInStock/Ebooks/<p>Edwards y el Gran Despertar</p><p>Según una tradición, no estaba programado que Edwards predicara en la capilla de Enfield el 8 de Julio [1741], pero lo hizo en sustitución de otro predicador. Aparentemente, el Gran Despertar no había llegado aún al distrito y reinaba allí una total indiferencia de que sucediera o no, tanto que cristianos de distritos vecinos habían dedicado casi toda la noche anterior a la oración, no fuera que mientras las lluvias divinas sucedían todo alrededor, no las hubiera en Enfield. Edwards tomó como su texto Deuteronomio 32:35: A su tiempo su pie resbalará, repitiendo un sermón que había predicado en su propia iglesia poco antes sobre el tema: Pecadores en manos de un Dios airado. [Eleazer] Wheelock reportó a [Benjamín] Trumbull cómo los presentes, que había caracterizado como indiferente y presumida, tanto habían cambiado antes de finalizado el sermón que se habían humillado con una convicción tremenda de su pecado y peligro. Iain Murray, Jonathan Edwards: A New Biography (Edinburgo, Banner of Truth, 1987), 168.</p><p>La predicación por medio de la cual el espíritu de estupor fue abatido en la década de 1730, era escrutadora y convincente. Se estaba levantando un grupo de hombres para quienes la gravedad del pecado, la posibilidad de una profesión falsa de fe en Cristo y la indiferencia de un mundo perdido les era una carga apremiante. Detrás de sus declaraciones públicas estaba su visión de Dios y de la eternidad. Sus valles de humillación personal se habían convertido en valles de visión y, como dijera alguien que siguió en los pasos de Edwards siglos después: Cuando los pastores captan una vista del valle de visión, y del abismo sin fondo en el cual cada hueso se va hundiendo, sienten que es importante advertir y alarmar a los pecadores, y solo entonces predican para muerte, predican para la eternidad, predican para el tribunal de Dios, predican para el cielo y predican también para el infierno.Ibid, 133.</p><p>Autor: Jonathan Edwards (1703-1758)</p>...1425468Pecadores en las manos de un Dios airado125139https://www.gandhi.com.mx/pecadores-en-las-manos-de-un-dios-airado/phttps://gandhi.vtexassets.com/arquivos/ids/1397746/f225b5c1-29e8-4b99-a917-f1a484333793.jpg?v=638623446053600000InStockMXN99999DIEbook20199781633484153_W3siaWQiOiJlNmI3NTY3My1jMzk2LTQ4YjktODczZC1jYTUyMDdiMzU3MTQiLCJsaXN0UHJpY2UiOjEzNiwiZGlzY291bnQiOjE0LCJzZWxsaW5nUHJpY2UiOjEyMiwiaW5jbHVkZXNUYXgiOnRydWUsInByaWNlVHlwZSI6Ildob2xlc2FsZSIsImN1cnJlbmN5IjoiTVhOIiwiZnJvbSI6IjIwMjQtMTItMDFUMDA6MDA6MDBaIiwicmVnaW9uIjoiTVgiLCJpc1ByZW9yZGVyIjpmYWxzZX1d9781633484153_<p>Edwards y el Gran Despertar</p><p>Según una tradición, no estaba programado que Edwards predicara en la capilla de Enfield el 8 de Julio 1741, pero lo hizo en sustitución de otro predicador. Aparentemente, el Gran Despertar no había llegado aún al distrito y reinaba allí una total indiferencia de que sucediera o no, tanto que cristianos de distritos vecinos habían dedicado casi toda la noche anterior a la oración, no fuera que mientras las lluvias divinas sucedían todo alrededor, no las hubiera en Enfield. Edwards tomó como su texto Deuteronomio 32:35: A su tiempo su pie resbalará, repitiendo un sermón que había predicado en su propia iglesia poco antes sobre el tema: Pecadores en manos de un Dios airado. Eleazer Wheelock reportó a Benjamín Trumbull cómo los presentes, que había caracterizado como indiferente y presumida, tanto habían cambiado antes de finalizado el sermón que se habían humillado con una convicción tremenda de su pecado y peligro. Iain Murray, Jonathan Edwards: A New Biography (Edinburgo, Banner of Truth, 1987), 168.</p><p>La predicación por medio de la cual el espíritu de estupor fue abatido en la década de 1730, era escrutadora y convincente. Se estaba levantando un grupo de hombres para quienes la gravedad del pecado, la posibilidad de una profesión falsa de fe en Cristo y la indiferencia de un mundo perdido les era una carga apremiante. Detrás de sus declaraciones públicas estaba su visión de Dios y de la eternidad. Sus valles de humillación personal se habían convertido en valles de visión y, como dijera alguien que siguió en los pasos de Edwards siglos después: Cuando los pastores captan una vista del valle de visión, y del abismo sin fondo en el cual cada hueso se va hundiendo, sienten que es importante advertir y alarmar a los pecadores, y solo entonces predican para muerte, predican para la eternidad, predican para el tribunal de Dios, predican para el cielo y predican también para el infierno.Ibid, 133.</p><p>Autor: Jonathan Edwards (1703-1758)</p>(*_*)9781633484153_<p>Edwards y el Gran Despertar</p><p>Según una tradición, no estaba programado que Edwards predicara en la capilla de Enfield el 8 de Julio [1741], pero lo hizo en sustitución de otro predicador. Aparentemente, el Gran Despertar no había llegado aún al distrito y reinaba allí una total indiferencia de que sucediera o no, tanto que cristianos de distritos vecinos habían dedicado casi toda la noche anterior a la oración, no fuera que mientras las lluvias divinas sucedían todo alrededor, no las hubiera en Enfield. Edwards tomó como su texto Deuteronomio 32:35: A su tiempo su pie resbalará, repitiendo un sermón que había predicado en su propia iglesia poco antes sobre el tema: Pecadores en manos de un Dios airado. [Eleazer] Wheelock reportó a [Benjamín] Trumbull cómo los presentes, que había caracterizado como indiferente y presumida, tanto habían cambiado antes de finalizado el sermón que se habían humillado con una convicción tremenda de su pecado y peligro. Iain Murray, Jonathan Edwards: A New Biography (Edinburgo, Banner of Truth, 1987), 168.</p><p>La predicación por medio de la cual el espíritu de estupor fue abatido en la década de 1730, era escrutadora y convincente. Se estaba levantando un grupo de hombres para quienes la gravedad del pecado, la posibilidad de una profesión falsa de fe en Cristo y la indiferencia de un mundo perdido les era una carga apremiante. Detrás de sus declaraciones públicas estaba su visión de Dios y de la eternidad. Sus valles de humillación personal se habían convertido en valles de visión y, como dijera alguien que siguió en los pasos de Edwards siglos después: Cuando los pastores captan una vista del valle de visión, y del abismo sin fondo en el cual cada hueso se va hundiendo, sienten que es importante advertir y alarmar a los pecadores, y solo entonces predican para muerte, predican para la eternidad, predican para el tribunal de Dios, predican para el cielo y predican también para el infierno.Ibid, 133.</p><p>Autor: Jonathan Edwards (1703-1758)</p>...9781633484153_Scribllibro_electonico_5b819c4d-98b4-3fc9-8359-498ffcb4f391_9781633484153;9781633484153_9781633484153felipe ChavarroEspañolMéxicohttps://getbook.kobo.com/koboid-prod-public/directebooks-epub-b432c284-27f6-4d94-8121-61a67103f338.epub2019-11-15T00:00:00+00:00Scribl